Teatro: “El sombrero de tres picos”
Al ritmo de las castañuelas.
Sebastián Lindner
sebastianelpopular@gmail.com
Especial para El Popular.
“El
sombrero de tres picos”, ballet compuesto por el español Manuel de Falla y
basado en la obra de Pedro Antonio de Alarcón se presentó en Olavarría este
domingo a cargo de la Orquesta Sinfónica
Municipal de Olavarría “Maestro Mario Patané” y el Ballet Español de Quique
Baldini. El teatro recibió para la ocasión a muchísima gente que colmó la sala
y no se cansó de aplaudir a los artistas que disfrutaron cada momento de la
obra y lo hicieron notar al público con
sonrisas que sólo se borraban de sus caras cuando la actuación así lo requería.
Con una
producción totalmente local (algo que sorprendió a varios que no podían creer
que haya gente en Olavarría con la capacidad de montar un espectáculo de este
calibre) dirigida por Diego Lurbe y Quique Baldini, en la que se destacó mucho
el vestuario, muy bien logrado por Alejandra Idiart y sus ayudantes; y la
escenografía, de colores pasteles y altura importante que era más que
respetable - teniendo en cuenta que en nuestra ciudad no suelen montarse obras
de este tipo y no hay mucha experiencia previa al respecto – y colaboraba a
situar al espectador en la época de
Carlos IV, en una típica ciudad andaluza.
La
historia de la molinera (Marcela Irigoyen) amada profundamente por el molinero
(Quique Baldini) y pretendida por el Corregidor (Silvia Fariña) nos muestra
como una relación puede sostenerse si está basada en la confianza mutua y
superar las pruebas que el destino le imponga, vengan estas en forma de
ordenanzas o amenazas.
Muy buenas
bailarinas acompañaron de manera impecable a Baldini e Yrigoyen que se lucieron
sobre las tablas repicando sus tacos de madera y haciendo sonar sus castañuelas
al ritmo de jotas, farrucas y fandangos ejecutados con la calidad a la que ya
nos tiene acostumbrados la Orquesta Sinfónica Municipal. Y las actuaciones
también fueron destacables, Silvia Fariña nos brindó un grotesco corregidor de
piernas arqueadas y caminar ondulante muy gracioso y festejado por el público.
Bien acompañado por Diego Bianchi, en el papel de Garduña (para esta ocasión
vestido de blanco y no de negro como suele hacerse en la obra) que sin ser
bailarín se movió muy bien y por ser actor (y de los buenos) transmitió con su
rostro y cuerpo la idea necesaria para su personaje: la de ser un alcahuete (la persona que concierta,
encubre o facilita encuentros amorosos, generalmente ilícitos).
Punto
aparte para la soprano, Soledad de la
Rosa , que debería haber tenido un lugar más visible en su
participación ya que sus tonos agudos fueron muy bien apreciados por todos.
En una
hora casi exacta que incluyó un bis de la danza final, se pudo disfrutar de la
coreografía pensada por Baldini para su Ballet y de la excelente música de la Sinfónica. Una
puesta en escena impecable y muy profesional que tuvo muy buena respuesta de un
público bastante heterogéneo. Una muestra más de que Olavarría tiene un gran
nivel artístico propio y merece ser visto, aplaudido y festejado.
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