Alfredo Casero: “Estese confuso”.
O la difícil tarea de contar algo que
no se tiene que contar.
Por Sebastián Lindner
sebastianelpopular@gmail.com
Especial
para El Popular.
Alfredo Casero se presentó el sábado
en el teatro municipal de Olavarría con un muy buen resultado de público que
demostró nuevamente que cuando la oferta es interesante la gente de nuestra
ciudad responde como es debido.
“Estese Confuso” es parte de “The
Casero experimendo”. Y ya en la cartilla que reparten los acomodadores, el
“gordo” Casero nos adelanta, en su particular modo de ver el mundo, que nos
tenemos que preparar, porque “se cayó el circo perfecto, de payasos barrocos,
se acabaron los circos finísimos… Volvemos los payasos que nunca nos fuimos,
como un servidor, que lo deleitará a usted, muriendo un poco, enfrente suyo,
dándole la posibilidad de pensar que improviso, y le miento, y lo cree, porque
quiere. No muestro bajezas, ni realidades, no tengo ínfulas. Son dos horas de
confusión, que le van a hacer bien al balero”.
Y es cierto, hay que verlo a Casero
cantar tan bien como siempre lo hizo o incluso mejor que antes (no hay que
olvidar que sacó 7 discos desde “Gestando a la Halibour” hasta “Hiperfinits
Firulets” y se convirtió en el artista latino que más sonó en las radios de
Japón con su tema “Shimauta”) y también hay que tomarse el tiempo para
disfrutar de su capacidad de hacernos reír y conmovernos al mismo tiempo. ¿Qué
canciones canta, con que nos hace reír, como nos emociona? Eso no lo puedo
contar, es parte del secreto que hay que mantener para que la obra sorprenda y
funcione. Y ya me lo advirtió el mismo Alfredo: “Nadie viene a hacer un comentario
de la obra, porque en realidad no tiene un formato, lo que va pasando tiene que
ver con la vuelta que tiene con la gente. Entonces pasa eso, se produce una
fusión que es biológica también, entonces es muy difícil de explicarla”.
Si les puedo decir que Alfredo Casero
(quien también escribió y dirige la obra) está acompañado por dos
músicos/actores realmente muy buenos en ambas facetas, necesarias para
acompañar al creador de “Cha Cha Cha” sobre el escenario: Diego Rivas (quien
toca la guitarra y hace las veces de presentador) y “el conde” Humberto
Spallina (quien toca el piano de cola y no dice una palabra).
Sobre un escenario minimalista que
presenta sólo una silla, un piano de cola y un par de micrófonos de pie,
Alfredo Casero se transforma en cantante griego, italiano, norteamericano,
insulta, se arrodilla ante el público, habla de su vida y la de los demás, se
descostilla de risa, se convierte en dueño de los silencios, baja del
escenario, hace participar al público. En una palabra: improvisa. “Lo
que yo hago siempre cambia y nunca cambia. Nunca te puedo decir que siempre
cambia, sino te estoy contando el yeite. Y no tengo demasiadas ínfulas, lo que
tengo son yeites, donde guardo acá, abro allá, dejo abierto ahí… Pero lo hago
porque ellos (el público) lo quieren”.
Hasta donde Casero sigue un guión y
hasta donde improvisa es algo imposible de determinar. Si sigue un guión, es un
guión escrito por él mismo, salido desde su corazón y no su cabeza, que sería
lo mismo que decir que es una “improvisación guionada”. Haciendo uso de una
pantalla gigante donde se proyectan videos muy graciosos, del estilo ya visto
en sus programas de TV, a modo de interludio entre actos, Casero nos invita a
sumergirnos en su fantástico mundo “Vaporessiano”, un mundo donde lo que él
quiere que suceda, sucede. Si a Casero se le ocurre viajar a Viena en Agosto
para participar en una “Schuberteada” lo hace. Y si quiere viajar a Grecia a
fin de año para hacerse pasar por un cantante griego y participar en un
programa de TV, también lo hace. Y esto, señores, no es un chiste: “sí,
hay una Schuberteada (homenaje a Schubert) muy importante en Viena y también
voy a ir ahí. Eso quiero hacer. Si es que existe Europa para ese entonces
viste.”
Así es Alfredo Casero. Un actor de
varieté, pero también músico y cantante. Y buzo, y mecánico. Amante de los
embutidos y la buena vida. Y productor agropecuario. Padre de tres hijos.
Separado varias veces y actualmente en pareja. Seguidor de la cultura japonesa
y parte de su “star sistem” y poseedor de un premio Martín Fierro. Un tipo que
nunca se queda quieto. Porque quedarse quieto es como morirse. “Por
eso me voy a San Luis a hacer el experimendo (experimendosanluis.blogspot.com)
ahí enseño a un montón de gente y ahí escucho cuando tiran un tanque de ideas y
de alguna manera les muestro también de qué forma hacer y llevar a cabo los
proyectos que tienen en cualquier área”.
Cuando la obra de Casero termina, la
gente sale riendo todavía. Y seguramente esa risa se repetirá a lo largo de la
semana cuando se recuerde el “experimendo” de Alfredo. Más que recomendable
para abrir el balero. “Algún día me dará la razón y se comprará un
mono tití mediano” (A. Casero).
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