Recitales:
“Las Pastillas del Abuelo en Olavarría”
Calor, humedad, buena respuesta del público y rock barrial.
Sebastián Lindner
sebastianelpopular@gmail.com
Especial para El Popular.
El show estaba anunciado
para las nueve de la noche del jueves, y con la puntualidad de un tren inglés
(apenas 3 minutos después de la hora 21) la banda salió al escenario de Praga
para los casi 600 fans que se encontraban presentes (media hora después de
comenzado el espectáculo, el número treparía a casi 800 según estimaciones de
los organizadores). “Las Pastillas del Abuelo” daban el presente en Olavarría a
puro profesionalismo y rock barrial, una combinación no muchas veces vista en
este tipo de shows. Y esa puntualidad fue la que hizo que mucha gente se
perdiera el comienzo.
Con su estética de “menos es
más”, ante un escenario totalmente despojado de escenografía (ni una bandera,
ni un telón, ni un logo, nada) y ante el aullido de todo el público presente,
fueron ingresando los integrantes de la banda para presentar su disco
“Desafíos”: el tecladista Alejandro Mondelo, el baterista Juan Comas, los
guitarristas Diego Bozzalla y Fernando Vecchio, el saxofonista Joel Barbeito,
el trompetista Fernando Isaías, el bajista Santiago Bogisich, y por supuesto,
su cantante Juan Germán “piti” Fernández (aplaudido y vitoreado bastante más
que sus compañeros).
El público estaba compuesto
en su mayoría por estudiantes de colegio secundario, se podían ver también
algunos padres y madres que los acompañaban, treintañeros nostálgicos de los
“viejos y buenos shows” y el infaltable grupo descamisado hambriento de pogo
que pudo transpirar a gusto en el centro de la pista del boliche bailable.
Tres barras ofrecían
básicamente cerveza o fernet en vaso de plástico (entendible por cuestiones de
seguridad) y desde el pequeño patio llegaba el olor de hamburguesas que se
cocían a fuego rápido mientras la banda tocaba sus canciones. A un costado se
vendían remeras y discos de la banda mientras la gente no paraba de sacar fotos
y filmar con cámaras y celulares.
Ahora los recitales de rock
también son 2.0, se viven distinto, se comparten por celular (una chica le
cantaba un tema a alguna otra persona con la banda de fondo a través de su
celular), se comentan por las redes sociales en tiempo real y el equipo que
acompaña a la banda publica fotos del setlist por Facebook. Pero algunas buenas
“viejas” tradiciones se siguen manteniendo, los globos rebotan entre la gente y
llegan a la banda y las clásicas canciones de hinchada no dejan de escucharse:
“olé, olé, olé, olé… Piti, piti” o “soy pastillero, es un sentimiento, no puedo
parar”.
El primer tema en sonar fue:
“Lo que no se ve”, le siguió “escaleras”, en tercer lugar el clásico
“oportunistas” y llegaron también “ojos de dragón”, “skalipso” y “lo más fino”.
Dieciocho canciones en total se escucharon en la noche del jueves. Hasta un
cover muy cortito (un minuto insertado en el tema “enano”) de “la parabellum
del buen psicópata” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Y por más que la gente lo pidió, como es costumbre, el
tema "El Sensei", (que llegó a encabezar los rankings de canciones
más bajadas, en su momento pero no fue incluida en ninguna de las grabaciones
"oficiales" de la banda) no sonó en esta húmeda noche. Dicen que fue
el propio padre de Piti Fernández (cantante) el que le pidió por favor no toque
más el tema en vivo.
No
hubo pausas entre los temas, la banda no dialogó casi nada con el público, sólo
algunas frases sueltas de Piti (del estilo: “esto es una fiesta intima”) para
terminar a las 22:45 Hs agradeciendo y dejando a la gente pidiendo un bis que
no llegó nunca. “Las Pastillas del Abuelo” no volvió a salir a escenario. Se
prendieron las luces y la gente se retiró con tranquilidad del boliche
céntrico, algunos con ganas de más, seguramente, pero casi todos con la
sensación de haber visto un buen show.
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