Televisión: “Black Mirror”
Una
serie de alto riesgo.
Sebastián Lindner
sebastianelpopular@gmail.com
Especial para El Popular.
Hace aproximadamente 3 años un tal Charlie Brooker nos sorprendía a todos
con “Dead Set”: una mini-serie de sólo cinco capítulos que mezclaba zombis con
el universo “Gran Hermano” televisivo (emitida en Argentina por el canal
I-Sat). Y esto era mucho antes que los muertos vivos se pongan de moda, como
sucede ahora, a causa principalmente de la serie “The Walking Dead”. Más allá del
espectáculo sangriento, la serie fue una inteligente y descarnada crítica a la
sociedad del espectáculo actual que cataloga lo que no sale en televisión como
inexistente y todavía se encuentra disponible para descargar o ver on-line en
algunos sitios (¡gracias San Internet!)
Ahora, Channel 4 de Inglaterra, el mismo canal que saca al aire la genial
serie “Misfits” (de la que hablaremos en otro momento) nos ofrece una nueva
miniserie de tan sólo 3 capítulos -al menos por ahora- únicos y auto
conclusivos llamada “Black Mirror” y escrita, claro está, por Charlie Brooker.
Nuevamente el blanco elegido serán los medios de comunicación, los entretelones
de la política y nuestra sociedad
dependiente de la tecnología y capaz de consumir cualquier cosa que brinde la
pantalla por simple morbo. Es entonces la pantalla, que apagada, se convierte
en un “espejo negro”, tal el nombre de la serie, y tal vez una invitación a eso
mismo: apagarla por un momento al menos, y pensar.
El primer capítulo comienza con un llamado telefónico en una habitación a
oscuras y un señor bastante pelado que se despierta y atiende el llamado. Hasta
ahí, ese señor puede ser cualquiera, pero en unos segundos vemos que es nada
más y nada menos que el primer ministro de Inglaterra y el llamado es el aviso
de que han secuestrado a la princesa. Y a los pocos minutos, recibimos como
espectadores un derechazo en la mandíbula cuando vemos que, la condición para
liberar a la princesa secuestrada es que el primer ministro salga en vivo para
toda la televisión británica (y mundial) manteniendo relaciones sexuales con un
cerdo.
A partir de semejante barbaridad, muchos dilemas se van perfilando: el
tratamiento del tema por parte de los medios de comunicación, algunos
responsables, otros capaces de cualquier cosa por un punto más de rating; los
políticos y su necesidad obvia y constante de aprobación popular; el público
insensible, masivo, morboso pegado a la pantalla y el peso de Internet y las
redes sociales capaces de transformar un Trend Topic (el tema del momento en la
red social Twitter) en una decisión a tomar por un gobierno.
Habrá que esperar a que algún canal argentino de cable se anime a
difundir esta serie (muy probablemente vuelva a ser I-Sat) y tendremos entonces
todos la oportunidad de reflexionar y sorprendernos al mismo tiempo, algo que
la tele hace rato no ofrece. El tercer y último capítulo se estrenó el pasado
19 de diciembre en la televisión inglesa. Mientras esperamos por verla en
nuestro país, los ansiosos, o los exigentes, encontrarán la manera de ver
“Black Mirror” a través de otra pantalla mucho más masiva que la de la
televisión.
Series Inglesas:
Desde hace un tiempo a esta parte, las mejores series y también
películas, porque no decirlo, vienen de Gran Bretaña. El país que vio nacer a
Aldous Huxley (el escritor anarquista creador de la brillante obra “Un mundo
feliz”) y también a George Orwell (el periodista y escritor conocido por sus
dos obras críticas del totalitarismo: “Rebelión en la granja” y “1984”, de donde
sale el concepto, mal utilizado, de Gran Hermano) no se queda callado y nos
habla ahora de las mismas cuestiones con el lenguaje de la televisión. Cada
capítulo de “Black Mirror” renueva director y actores, argumento y forma, pero
mantiene la mirada siempre inquisidora de su escritor y guionista, quien además
tiene una columna semanal en el periódico “The Guardian”.
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