Intimo, potente y emocionante.
Sebastián Lindner
@sebaslindner
Especial para El
Popular.
El
show estaba anunciado para las 21hs, con un leve retraso de 20
minutos que dentro del mundo del rock se puede considerar de una
puntualidad casi extrema, Fernando Ruíz Díaz, cantante, guitarrista
y única alma mater de Catupecu Machu desde el accidente de su
hermano Gabriel, salió al escenario del Teatro Municipal de
Olavarría par
a saludar al público y pedir por favor que respeten el pedido de no sacar fotografías ni filmar el show, algo que un tiempo después tuvo que recordarle a la gente que cubría casi la totalidad de las butacas de la parte inferior del teatro.
Sin
pantallas de led ni proyecciones en el fondo, tan sólo un reflector
detrás de cada uno de los cuatro integrantes de Catupecu y algunas
luces por debajo, el escenario local estaba listo para que ingrese el
resto de la banda compuesta por el tecladista Macabre, Sebastián
Cáceres en el bajo, y Agustín
“Buho” Rocino en la batería, que en este caso ocupaba mucho
menos espacio porque era “tan solo” una batería electrónica y
un cajón peruano, luego de haber tocado en Mar del Plata y Tandil.
Tanto
minimalismo de la puesta escénica no se correspondió para nada con
el grandilocuente show que hizo vibrar las paredes del teatro
conjugando, una guitarra electroacústica que sonó durante casi todo
el espectáculo, el sonido industrial bien crudo siempre presente del
bajo, samplers muy trabajados y vanguardistas, una batería poderosa
y tribal que invitaba a no quedarse quieto a pesar del contexto del
teatro, y la voz intacta después de más de 21 años de carrera de
Fernando. El primer tema en sonar fue “El Grito después”, que
forma parte de los temas nuevos que la banda viene presentando. Le
siguieron el clásico de los comienzos de la banda “Ritual”, la
más nueva “pintemos” y “Viaje del miedo”.
La voz
de una niñita se hizo presente entre tema y tema, era Lila, la hija
de Fernando Ruíz Díaz, que subió al escenario y sumó ternura a
tanto rock, derritiendo no sólo el corazón del padre, sino el de
todos los presentes. Luego sonaron “Para vestirte hoy”,
“Dialecto”, “Vistiendo” y se cerró el telón por unos
minutos. Cuando se volvió a abrir, Fernando estaba sólo con un
artefacto extraño llamado Tambor Solar, para tocar un inédito
dedicado a su hija: “Mantra Lila”.
La
banda siguió recorriendo su historia con “En los sueños” y
Fernando, que habló mucho y contó variadas anécdotas de viajes,
recitales y hoteles, se emocionó tanto que casi se quebró. Del
disco “Cuentos Decapitados” llegó “Entero o a pedazos”,
luego “Cuadros dentro de Cuadros” con cover de “Across the
Universe” de los Beatles incluído y “Anhelo de Satisfacción”.
El final fue bien electrico y al palo con “Mil Voces Finas”,
“Magia Veneno”, “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”
más un tema inédito propio del show, y todos aplaudieron y cantaron
de pie para despedir a una gran banda que siempre se mantuvo fiel a
su estilo. Un gran cierre para los que se animaron a un recital de
rock un domingo a la noche, los que no, se perdieron un momento
irrepetible.
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