Entrevista a sus realizadores
Sebastián Lindner
@sebaslindner
Especial para El Popular.
"Los Olvidados" es una película de terror del subgénero "Slayer" (extremadamente sangriento) dirigida y producida por los hermanos Nicolás y Luciano Onetti y con la particularidad de haber sido filmada enteramente en Epecuén, el otrora centro turístico del sudoeste de la Pcia de Buenos Aires que hace años es un pueblo fantasma producto de una inundación que no abandonó el pueblo durante más de 30 años. Para charlar de la película que se estrenó en Olavarría, y que recibió el premio a mejor película en el festival Obscura de Berlín, entrevistamos a su director Nicolás Onetti, al director de Arte Sebastián del Prado y su mujer, Daniela García, que también trabajó en el mismo departamento.
¿Por qué se inclinaron por este subgénero del terror tan poco explotado en Hispanoamérica?
Nicolás Onetti: El tema es que no hay muchas películas de este género. Salen cien películas de fantasmas y de exorcismos por año y no se las compara, pero en realidad son todas iguales. Pero de este género, desde "La Masacre de Texas" de Tob Hooper, después no hubo muchas más que "The Hills have eyes" o "Wrong Turn". Esas son las 3 películas más conocidas que uno puede mencionar dentro de este subgénero. Nosotros somos fanáticos del cine de terror y brindamos ciertos homenajes o guiños a los espectadores del género.
¿Cómo surge el proyecto y como se lo financia?
Nicolás Onetti: La película resultó ganadora del primer concurso de cine fantástico organizado por el INCAA pero también tuvimos una colaboración / aporte extranjero ya que nuestras dos películas anteriores tienen distribución afuera y hay muchos interesados en nuestro trabajo. Se buscaba una película que fuese más comercial, más taquillera, ya que uno de los objetivos del INCAA era que más gente vaya al cine a ver películas de género. Por eso se adaptó también la idea de la película para que sea más taquillera.
¿Cómo fue el proceso de grabar en Epecuén?
Nicolás Onetti: Estuvimos filmando 30 días corridos en las ruinas de Epecuén, para eso paramos en Carhue. Todos los días hacíamos 5 kilómetros ya que el 70% de las escenas son en exteriores, así que estuvimos viendo continuamente el pronóstico del clima porque un día perdido es mucho dinero desperdiciado, o cambiar a locaciones cerradas. Eso es muy difícil, complica el trabajo de todos los técnicos y la película tiene un gran trabajo de Arte.
Sebastián del Prado: Hubo gente de Carhué que colaboró con la película, como Gustavo García, un artista local. En el equipo de arte cuando lo armamos también estaba Paola Tolosa (la mujer del guionista), recibida con nosotros como profe de artes visuales, que le puso mucha garra. Trabajamos en un galpón de ferrocarril para hacer los interiores. Me di cuenta que no podíamos estar yendo de un lado para el otro y hacer 10 viajes en camioneta llevando chatarra. Incluso hasta pensamos en llevar una camionada de chatarra hasta Carhué que ya habíamos empezado a seleccionar en Olavarría. Una locura, una insensatez, además porque en Carhué ya había una chatarrería gigante. La decisión más acertada en ese sentido fue la de usar el galpón.
Daniela García: Se trabajó mucho en ese galpón, con piso de tierra. Tenía un gran alambrado con una tela envuelta en tierra que sacamos y dejamos la estructura del alambrado que quedó muy bueno como set de filmación.
Las máscaras de calaveras animales que usan los asesinos son muy impresionantes, ¿las hicieron ustedes?
Sebastián del Prado: Si, están hechas de Fibra de vidrio. A mi me gusta mucho el modelado y aunque era algo que se lo podía dar a efectos especiales lo hice yo. El desafío era meter una máscara que tenía que parecer de hueso verdadero en una cabeza. En el taller de Simón Ratziel se hicieron los moldes de las cabezas de los actores y fue muy gracioso, porque me tuve que ir a Retiro con dos cabezas debajo del brazo, la de "Chucho" Fernández y la de Germán Baudino ya que Evan no estaba todavía.
Daniela García: En realidad, con las máscaras y toda la estética de la película se vino trabajando desde el 2014 cuando se aprobó el proyecto. Nos encontramos con gente muy capaz y muy talentosa, además de sencilla en el sector de Efectos Especiales, ellos nos dieron una mano enorme. Trabajamos mucho hasta el último detalle y eso ayudaba mucho a los actores a entrar en clima.
Sebastián del Prado: Si de algo nos sentimos orgullosos de nuestro trabajo fue, entre otras cosas, de lo que se hizo con la cocina, cuando Mirta Busnelli lo vio no lo podía creer. Y el otro orgullo es que en 6 horas armamos todo un set de interior para una larga toma sin cortes cuando se cayó un acuerdo con una fábrica abandonada muy tétrica en la que se iba a filmar. El laburo de Dani y de Paola fue fundamental, yo en el rodaje casi no estuve.
Daniela García: Trabajamos con mucha pasión, se hizo un grupo muy sólido y muy lindo, fue extraordinario trabajar con ellos, aunque para nosotros era todo nuevo. Todos colaboraron con muy buena onda.
¿Y cuales son los planes a futuro, van a seguir con el género del terror?
Nicolás Onetti: No pensamos encarar otro Slayer. En noviembre y diciembre empezamos a filmar nuestra próxima película que será filmada íntegramente en Azul, en el sub género del GIALLO. Queremos cerrar la trilogía de ese género más que nada por pedidos de seguidores extranjeros. Una vez que cerremos esa trilogía, encararemos otros proyectos que ya tenemos en mente.
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